Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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ESTELLESES POR EL MUNDO

A principio del siglo XX, intentando mejorar su suerte, un estellés cruzó el charco y allí se encontró, en la Republica Argentina, sin donde caerse muerto, con una mano delante y otra detrás. Paseaba por un arrabal porteño cuando en una pulpería vio un cartel que rezaba: SI SOS VALIENTE, VOS SOS NUESTRO HOMBRE. TE NECESITAMOS PA´ LUCHAR CON LA FIERA. Acuciado por el hambre, penso: si la venzo, comeré y ganaré algunos pesos; si me mata, acabará mi sufrimiento. ¡Sea lo que Dios quiera!

Se presentó en el circo, lo vistieron de gladiador, y con un tridente y una red lo metieron en la jaula. Una humedad tibia bañaba su entrepierna, cuando, al son del clarín, por una poterna apareció un terrible león. El estellés, que nunca había visto una fiera parecida, temiendo verse despedazado, tembloroso exclamó: ¡Ay, virgen del Puy! ¡Ayúdame! Parose en seco el león, y de sus fauces salió una voz: ¡Coño! ¿Tu también eres de Estella? Uno tiro la red, otro se quitó el disfraz, y los dos estelleses se fundieron en un abrazo.


Reproducción de la Virgen del Puy, regalo de la colonia estellesa en la Republica Argentina, tirada y en paradero desconocido.
Reproducción de la Virgen del Puy, regalo de la colonia estellesa en la Republica Argentina, tirada y en paradero desconocido.

Hecho cierto o invención, con esta historia nuestros padres nos ilustraban sobre el ánimo viajero de nuestros paisanos, y nos decían: vayas donde vayas encontrarás alguien de Estella. Y ciertamente, allí donde he ido, con frecuencia he encontrado personas de nuestra tierra.

El otro día daba la prensa la noticia de que un natural de Estella acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México. No sabemos si el tal Martín Durán volvió cargado de honores y plata, o perdió vida y bastimentos al pié del árbol en la noche triste. Pero por raro que parezca, ahí estuvo, en la primera hora de la conquista de Las Indias, en una gesta que parecía reservada a andaluces, extremeños, castellanos y vizcaínos.

A la muerte de mi padre, mientras Estella celebraba sus fiestas patronales, me hallaba paseando por los jardines que rodean las murallas de Ávila. Había comprado un libro (Ávila, de José Jiménez Lozano. Ediciones Destino) en cuya página 49 con asombro pude leer: "Los arquitectos de las murallas fueron franceses -los maestros de geometría Casando y Florín de Pituenga- y un navarro de Estella -Alvar García-" ni que decir tiene que la añoranza embargó todo mi ser. Aún estaba leyendo el libro, cuando de unos altavoces ocultos en unas pilastras que jalonan los jardines salió el sonido de nuestra gaita... No pude terminar de escuchar la melodía ni terminar el libro. Fui al hotel, hice la maleta, pagué la cuenta, y cogiendo el coche llegué a tiempo de participar del ajoarriero que la cuadrilla había preparado en el chabisque. Fueron demasiadas emociones como para continuar recorriendo la ancha Castilla. La añoranza, la gaita, y aquel paisano que después de aprender y depurar su arte levantando las murallas de Estella, a las órdenes de Raymundo de Borgoña, antes del 1100 daba lo mejor de sí en Ávila.

Antes, cuando la gente se desplazaba para ganar el pan o probar fortuna, no veía la tierra que gozaba o sufría. Ahora que viajamos por el placer de viajar o por ver otros pueblos u otras culturas, tenemos ocasión de ver y comparar. En todos los viajes podemos apreciar ideas e iniciativas que trasladar a nuestra ciudad. Y sé de muchas personas -entre las que me encuentro- que sienten envidia sana al ver el mimo con el que otras gentes cuidan sus pueblos, y el provecho que obtienen de paisajes físicos y urbanos con mucho menos valor que el nuestro.

Nuestros políticos parecen estar hechos de otra pasta. No conozco que hayan traído idea alguna. Ellos no ven: parece que sólo miran y observan el efecto que causan en otros políticos. Por eso, ahora que viajan tanto (sé de alguno que no ha viajado hasta que no ha cobrado del erario público), voy a hacerles un ruego, con el deseo de que pongan en práctica lo que recientemente aconsejaba el profesor Joseph Riverola a los empresarios navarros recordándoles que la autocomplacencia es mala: "mirar, copiar, aprender y mejorar". Así en Estella tendremos menos potencial y, con un pueblo y un paisaje más cuidado, disfrutaremos de más desarrollo.

Nota: esta colaboración se publicó en el suplemento Tierra Estella de Diario de Navarra, el 07/01/01. Nuestros políticos siguen sin mirar.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza